jueves, 5 de marzo de 2009

Las culebras y el cronista insomne Contrabando en las fronteras.
DETALLE:
Nunca se ha encontrado restos humanos en los pagos de laiqas, quienes a veces utilizan huesos que roban en los panteones. Los layqas son yatiris que saben qué es un crimen.
Los yatiris son sabios, adivinan la suerte y curan.
Los layqas son quienes hacen el mal.
Los yatiris nunca piden sacrificios de personas.
Rafo León está muy mal informado.
En una revista destinada más a la publicidad que al análisis, más al comercio que a las ciencias sociales, con alguna información de la dura realidad peruana, aparece un texto firmado por Rafo León, quien se ocupa respecto al contrabando entre Bolivia y el Perú.
En efecto, se llama La culebra a la cantidad de camiones en los que se realiza el traslado semanal de mercadería proveniente de Puerto Acosta con destino a Juliaca.
Los camiones, por lo general nuevos, son conducidos por jóvenes expertos en sortear obstáculos físicos, policiales, legales y económicos, de noche y a gran velocidad.
Atraviesan puestos de control policial y aduanero de Thilali, Moho, Vilquechico, Huancané, Ramis y Juliaca.
Todas las personas que trabajan allí, durante dos días de cada semana de pronto se vuelven iletradas, sordas, ciegas y mudas.
Sólo cuando han pasado entre veinte a treinta camiones dejando una horrenda polvareda, recobran los sentidos y se acuerdan de que deben seguir controlando.
Hasta ahí todo es verdad, pero en lo que se equivoca Rafo León es cuando se refiere a las represalias contra quienes denuncian este hecho y más aún escribe sin medida ni clemencia acerca de la cosmovisión y la cultura aymara.
Si no, leamos este párrafo: “Esta especie de ética, por llamarla de alguna manera, es la que domina en grandes sectores de la población de esa parte de nuestro territorio, donde en Ilave se asesinó al alcalde por quítame estas pajas en Yunguyo hay yatiris (chamanes) especializados en hacer sacrificios humanos encargados por contrabandistas que desean mejorar su negocio año a año. El proveedor del cuerpo para la ofrenda suele cobrar quinientos soles, si lo que el yatiri ha pedido es un joven de veinte años, la pieza más cotizada para las divinidades del subsuelo”.
Los yatiris nunca ordenan sacrificios humanos, son los médicos andinos, curan el cuerpo y el alma, hacen los pagos a la pachamama, son respetados y queridos por sus comunidades.
Quienes practican el pago para hacer daño son los laiqas, que tampoco son chamanes.
La versión de que hay quienes practican el robo de órganos pertenece a los llamados qharisiris o pistakos.
Fuente : La Primera

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