jueves, 29 de diciembre de 2011

EL GRAN CAMBIO

CUENTOS DE NAVIDAD
Raul Wiener
Algunos creen que la Navidad puede cambiarlo todo, hasta el duro corazón de Luis Miguel Castilla, que ha sido graficado por un diario limeño con un sombrero de Papá Noel, por los supuestos regalos económicos que anunció en la televisión nada menos que el 25 de diciembre. 
Antes de eso, todo el mundo se había hecho la idea que el del mechón en su cabello era un pulpo del poder que estaba produciendo la gran transformación en Ollanta, alejándolo de sus promesas y de sus afanes moralizadores, para que todo siguiera como antes. 
Ciertamente, la tapa del diario numérico del día 26, también puede ser interpretada como un acto de propaganda de un viejo causa (exasesor) del MEF al actual ministro, disfrazando de paso que los regalos en cuestión no son para la temporada de verano sino para después. 
En otras palabras, que si esperábamos que en enero se diera el segundo tramo, de 75 soles, del aumento del salario mínimo, postergados para inicios del siguiente año, ahora lo que hay que saber es que de todas maneras va a haber aumento, y no que “se está re-estudiando” como dijo el nuevo ministro de Trabajo José Villena. Lo que no se sabe es cuándo será y si se variará el monto.
El otro caso es el del CAS, que también Castilla y su pandilla habían dicho que ya no se eliminaba, con lo que cientos de miles de trabajadores públicos seguirían precarios y despedibles al vencimiento de sus contratos. 
Por Navidad, sin embargo, el ministro neoliberal ha dicho que sí se acabará con este régimen, pero a partir del 2013 y en forma paulatina. Mientras tanto el regalo es que en julio y diciembre los trabajadores sujetos al CAS tendrán el aguinaldo (no gratificación) que se otorga a la administración pública y tendrán vacaciones de 30 días, si se les renueva el contrato. 
De paso, por cierto, Castilla está apuntando que la ley que se viene del Congreso para acabar con el CAS por violatorio de los derechos laborales, irá al archivo, porque donde manda MEF no mandaCongreso
Finalmente también está lo del aumento a los Policías y los militares, que iba a ser la gran estafa del MEF de Castilla, prorrogando el bono otorgado por García para evadir el aumento real y generar una brecha con los retirados que no reciben ninguna mejora.
Pues bien, esta jugada del ministro y su entonces estrecho colaborador Villena, que piensa abiertamente que los retirados y jubilados “viven mucho”, ha sido revirada, tal vez por un Ollanta que sintió que lo lanzaban a una piscina sin agua y que encargó otra vez al ministro -cuya hermana es alta funcionaria de Yanacocha-, que dijera la palabra clave: sí va a haber aumento… aunque a partir de marzo. 
Está a la vista que Ollanta no ha querido cerrar el año con la sensación de que todo es Conga, y que los malos que él antes combatía, son ahora los que deciden las políticas de su gobierno. Que sea Castilla el que transmita lo que pueden parecer buenas nuevas, a ver si alguien cree que un pupilo de PPK, Carranza y Benavides, también puede ser buena gente. 

Pero si se observa bien, el paquete del MEF no ha levantado entusiasmos, por más esfuerzos de Castilla y Du Bois. Conga rompió el encanto del cambio por la vía electoral. Y en menos de seis meses el nacionalismo empieza a sonar a viejo. Eso no lo van a poder revertir ni Castilla, ni Valdés. Y tampoco Ollanta, mientras permanezca callado y no explique claramente adónde vamos después de tantos virajes. 

lunes, 26 de diciembre de 2011

PROTESTAS JUSTAS

Protestas: la nueva ola
La revista Time considera que el personaje de 2011 son las multitudes que protestaron en África, Europa, Asia y América. “La protesta”, escribe Kurt Andersen en la nota central del semanario, “es la continuación natural de la política por otros medios”.

El año ha visto grandes erupciones colectivas surgidas de la nada. Pero esa marcha de multitudes no es nueva, señala Time. En los años 60 del siglo pasado se manifestaron en Estados Unidos por los derechos civiles y contra la guerra en Vietnam; en los ‘70 se levantaron en Irán y Portugal.

Irán. Un ayatolá, un líder religioso, un anciano, desterrado en París, llamó, mediante una grabadora, a reunirse en la plaza principal de Teherán, la capital, frente al palacio real. Se congregaron dos millones de personas. El monarca, que tenía, gracias a Estados Unidos, el ejército mejor armado de Medio Oriente, ordenó disparar contra los rebeldes. Las balas mataron cien, mil, diez mil, y entonces se produjo lo inesperado: los soldados, al ver correr la sangre y sabedores de que la masa no retrocedía y se iba a vengar, arrojaron las armas y huyeron.

El monarca se dio a la fuga en un avión cargado de dólares y joyas de alto lujo. Robo a gran escala.

En los ‘80, en Estados Unidos y Europa las protestas fueron contra las armas nucleares, contra la ocupación de la orilla occidental y Gaza por Israel, contra el autoritarismo chino en la plaza de Tiananmén (tanques contra estudiantes, miles de muertos). También contra los regímenes de Europa Oriental sostenidos por Moscú. 

Entonces llegó, como recuerda Time, el supuesto fin de la historia, señalado por Francis Fukuyama, en famoso ensayo de 1989 en que afirmaba que había llegado “el punto final de la evolución ideológica”, la cual se coronaba con el triunfo final e inapelable del “liberalismo occidental”.

El pobre Fukuyama se inspiraba en un pronóstico de Hegel, muerto 150 años antes, no sin escribir, en texto final, que no se debía dar representación parlamentaria a la creciente plebe.

El año que termina empezó, puede decirse, en Túnez, en los últimos días de 2010, cuando el joven comerciante Mohamed Bouazizi, de 26 años de edad, a quien la Policía le había arrebatado su carretilla y lo había abofeteado, se prendió fuego y murió. “Mi hijo se quemó por dignidad”, declaró luego la madre.

A partir de allí, las multitudes han derribado dictaduras que parecían invencibles, han desenmascarado mitos neoliberales (“no somos mercancías en manos de políticos y banqueros”, gritaban en Madrid; “queremos Educación, no comercio”, en Chile).

Y Cajamarca puso su marca multitudinaria. Como si hubiera escuchado a don Francisco de Quevedo: “El oro es precioso y darlo en moneda es merced, y dispararlo en bala es muerte”. Que escuchen también los gobernantes y los banqueros.


Cesar Levano