jueves, 23 de abril de 2009

juicio a dictadores: morales bermudez

La justicia tarda... Ayer me tocó declarar, en Lima, ante el juez argentino Nolberto Oyarbide, que tiene como imputados a los generales Rafael Videla, de Argentina, Francisco Morales Bermúdez, Pedro Richter Prada y Fernando Velit Sabatini, del Perú. La justicia argentina ha abierto juicio contra los citados por el delito de privación ilegal de la libertad. El caso es el de los izquierdistas peruanos apresados en Lima el 25 de mayo de 1976 y enviados el 27 de ese mes a Jujuy, Argentina, para que la dictadura de Videla, experta en desapariciones, dispusiera lo conveniente. El azar intervino, cuando un periodista vio en el aeropuerto de Jujuy un avión Hércules de la Fuerza Aérea Peruana. Averiguó de qué y de quiénes se trataba y lo publicó. Ese hecho fortuito salvó sin duda la vida a los prisioneros. Mi testimonio en el caso obedece a que yo fui uno de los presos de la redada practicada en Lima por orden del régimen de Morales Bermúdez. Caí cuando padecía de cálculos renales sumamente dolorosos y graves. Tenía, y presenté, a los policías que me detuvieron, pruebas médicas de que iba a ser operado de urgencia. La solidaridad de los compañeros de prisión hizo que me enviaran al Hospital de Policía: amenazaron con iniciar una huelga de hambre y de sed si no se me hospitalizaba. Entre los numerosos presos agolpados en las estrechas celdas prefecturales recuerdo a Hugo Blanco, Carlos Malpica, Javier Diez Canseco, Ricardo Díaz Chávez, Ricardo Napuri. Es Napuri quien figura, junto con el Juzgado Nacional Criminal y Correccional de la Argentina, como denunciante en el caso. En el envío de presos políticos peruanos se puede ver un indicio de que la dictadura de Morales Bermúdez participaba del Plan Cóndor, instaurado por los gorilas de Sudamérica con el estímulo y el amparo de la Casa Blanca, en particular del Secretario de Estado Henry Kissinger. Así lo he hecho constar en mi manifestación ante el juez Oyarbide. No se explica de otro modo el que se enviara a peruanos, que no habían cometido acción alguna contra el Estado argentino -la mayoría ni siquiera conocía ese país- y que en la trama interviniera la FAP. En la Cronología Política que publicaba Desco, en el tomo correspondiente a 1978, se informa que el 9 de junio César Lévano “escribe desde el Hospital de Policía, donde dice que hay 19 huelguistas de hambre de Centromin y Correos y Telégrafos, quienes piden reposición en sus empleos”. Terminaré con una nota jocoseria. Cuando me dieron de alta en el Hospital, me dijeron que no podía irme si no pagaba varios miles de soles por hospitalización y cirugía. Pegué un grito: “¡Me meten preso y dejan en el desamparo a mi esposa y cuatro hijos, y quieren que pague con un dinero que no tengo!”. Parece que entonces tenía buena voz. Ahora también. Cesar Levano Fuente : La Primera

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