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Censura en la TV
Esta semana se ha hablado acerca de la censura en la TV peruana, pero lo cierto
es que desde hace lustros ésta se produce a vista y paciencia de todos. En estos días se habla de la censura que habría sufrido la miniserie La
Perricholi a raíz de las quejas de los grupos ultraconservadores agazapados en
sus ONG para buscar imponer su visión del mundo. Más allá de ciertas escenas, el
asunto pasaría por no aceptar la versión que se presenta de esa época de nuestra
historia, que no sería la misma que ciertas religiones defienden de esa etapa.
No es novedad, siempre el poder pretende escribir la historia a su
conveniencia.
REAL CENSURA Pero más allá de esa
constatación, la censura es una práctica constante y diaria desde hace muchos
años en la TV peruana. ¿Cómo así se preguntará usted? Resulta que la censura no
sólo es quitar de la pantalla una u otra escena, sino invisibilizar,
distorsionar, trastocar, desinformar, relativizar o mentir abiertamente. Para
nadie es secreto que la TV peruana tiene una orientación política de evidente
defensa del modelo político económico, y por ello defiende los abusos y la
corrupción que de ello se deriva.Así, en la TV abierta de llegada
nacional, las propuestas que cuestionan el modelo simplemente son tergiversadas
y ridiculizadas, como producto de aspiraciones, casi primitivas, de grupos
humanos que no entienden que el desarrollo no debe parar; la imagen que se
pretende trasmitir es la de un país en el que si bien pueden haber injusticias,
éstas sólo podrán superarse ahondando
la lógica de consumo y de acatamiento de las imposiciones que los grandes
intereses mantienen.
PANTALLA PRIMITIVA Por eso,
todas y cada una de las protestas a favor de la conservación del medio ambiente,
son producto de mentiras y manipulaciones del chavismo o de las ONG. Los peruanos
que buscan conservar su medio ambiente como condición necesaria para seguir
desarrollado su forma de vida, son una sarta de acomplejados, estúpidos, casi
débiles mentales incapaces de entender el destino manifiesto de nuestro país:
abrir y perforar la tierra para que unos cuantos empresarios mineros se la
lleven fácil.El asunto es grave, pero las caras y caretas que vemos en
la TV de señal abierta siguen alegremente destilando su veneno, inamovibles,
férreas con el de abajo, arrodillados con el que les coloca la publicidad.
¿Alguien ha visto en los últimos años algún reportaje de TV o alguna de esas
caras criticar por ejemplo a los bancos por sus cobros abusivos, a las líneas
aéreas por lo mismo, a las AFP por llevarse las comisiones más altas del mundo,
a las minas que violan derechos y hasta matan
encubiertamente?
DOMINGO ALUCINÓGENO Como vemos, la
censura en la TV abierta es intensa, sostenida, sistemática; anula la
posibilidad de entender el país como una posibilidad y lo lleva a ser un
problema eterno. La paradoja es evidente, pues la responsabilidad de que el país
sea tan injusto e inequitativo, según la TV, es de aquellos que no ejercen el
poder, de los que exigen atención del Estado, de los que se oponen al abuso.
Pero lo real es que la TV se ha convertido en una de las causas principales de
los desencuentros y de la violencia en el país.No es casual que las
voces progresistas como la de Hildebrandt, hayan sido expulsadas de la TV, y que
las de derecha conservadora pero con agudeza frente a ciertos ámbitos del poder
como la de Rosa María Palacios, hayan sido defenestradas. Por eso tenemos algo
alucinante en la TV los domingos en uno de los canales de más llegada: un
programa conducido, como si nada hubiera pasado, por el principal agente del
fujimontesinismo periodístico, seguido de la co-conducción del director del
diario de ultraderecha lindante con el fascismo, y la señora desaparecida diez
años luego de que cayera la dictadura a la que apoyó, que ahora se presenta como
una periodista decente.
GUARDIANES Esa es la realidad
de nuestra TV, censurada por los propietarios que usan alegremente el espectro
electro magnético concesionado pero propiedad de todos, manipulada por una
mayoría abrumadora de periodistas que no quieren o no pueden ver más allá del
lente de las cámaras que captan la realidad, pero la editan según el interés a
defender; manchada por el dorado del oro, por el negro del petróleo, por el olor
del dinero.
Siempre el poder ha tenido guardianes funcionales. Hoy la TV
peruana no sabe ofrecer más que escarbar en las desgracias familiares y hacer de
eso un show, siendo la guardiana de una bolsa enorme que algunos no quieren
repartir. Y es obvio, porque cientos de millones de soles se van en parte al
año, en pagar a los fantoches que noche a noche se nos presentan con una cara
dura de antología. Felizmente, nada está perdido, porque cada vez es mayor la
llegada de los medios alternativos, por lo que ya es hora de empezar a
protegerlos de la censura.
Alexandro Saco
Fuente: La Primera
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