lunes, 14 de noviembre de 2011


Censura en la TV
Esta semana se ha hablado acerca de la censura en la TV peruana, pero lo cierto es que desde hace lustros ésta se produce a vista y paciencia de todos. En estos días se habla de la censura que habría sufrido la miniserie La Perricholi a raíz de las quejas de los grupos ultraconservadores agazapados en sus ONG para buscar imponer su visión del mundo. Más allá de ciertas escenas, el asunto pasaría por no aceptar la versión que se presenta de esa época de nuestra historia, que no sería la misma que ciertas religiones defienden de esa etapa. No es novedad, siempre el poder pretende escribir la historia a su conveniencia.
REAL CENSURA Pero más allá de esa constatación, la censura es una práctica constante y diaria desde hace muchos años en la TV peruana. ¿Cómo así se preguntará usted? Resulta que la censura no sólo es quitar de la pantalla una u otra escena, sino invisibilizar, distorsionar, trastocar, desinformar, relativizar o mentir abiertamente. Para nadie es secreto que la TV peruana tiene una orientación política de evidente defensa del modelo político económico, y por ello defiende los abusos y la corrupción que de ello se deriva.Así, en la TV abierta de llegada nacional, las propuestas que cuestionan el modelo simplemente son tergiversadas y ridiculizadas, como producto de aspiraciones, casi primitivas, de grupos humanos que no entienden que el desarrollo no debe parar; la imagen que se pretende trasmitir es la de un país en el que si bien pueden haber injusticias, éstas sólo podrán superarse ahondando la lógica de consumo y de acatamiento de las imposiciones que los grandes intereses mantienen.
PANTALLA PRIMITIVA Por eso, todas y cada una de las protestas a favor de la conservación del medio ambiente, son producto de mentiras y manipulaciones del chavismo o de las ONG. Los peruanos que buscan conservar su medio ambiente como condición necesaria para seguir desarrollado su forma de vida, son una sarta de acomplejados, estúpidos, casi débiles mentales incapaces de entender el destino manifiesto de nuestro país: abrir y perforar la tierra para que unos cuantos empresarios mineros se la lleven fácil.El asunto es grave, pero las caras y caretas que vemos en la TV de señal abierta siguen alegremente destilando su veneno, inamovibles, férreas con el de abajo, arrodillados con el que les coloca la publicidad. ¿Alguien ha visto en los últimos años algún reportaje de TV o alguna de esas caras criticar por ejemplo a los bancos por sus cobros abusivos, a las líneas aéreas por lo mismo, a las AFP por llevarse las comisiones más altas del mundo, a las minas que violan derechos y hasta matan encubiertamente?
DOMINGO ALUCINÓGENO Como vemos, la censura en la TV abierta es intensa, sostenida, sistemática; anula la posibilidad de entender el país como una posibilidad y lo lleva a ser un problema eterno. La paradoja es evidente, pues la responsabilidad de que el país sea tan injusto e inequitativo, según la TV, es de aquellos que no ejercen el poder, de los que exigen atención del Estado, de los que se oponen al abuso. Pero lo real es que la TV se ha convertido en una de las causas principales de los desencuentros y de la violencia en el país.No es casual que las voces progresistas como la de Hildebrandt, hayan sido expulsadas de la TV, y que las de derecha conservadora pero con agudeza frente a ciertos ámbitos del poder como la de Rosa María Palacios, hayan sido defenestradas. Por eso tenemos algo alucinante en la TV los domingos en uno de los canales de más llegada: un programa conducido, como si nada hubiera pasado, por el principal agente del fujimontesinismo periodístico, seguido de la co-conducción del director del diario de ultraderecha lindante con el fascismo, y la señora desaparecida diez años luego de que cayera la dictadura a la que apoyó, que ahora se presenta como una periodista decente.
GUARDIANES Esa es la realidad de nuestra TV, censurada por los propietarios que usan alegremente el espectro electro magnético concesionado pero propiedad de todos, manipulada por una mayoría abrumadora de periodistas que no quieren o no pueden ver más allá del lente de las cámaras que captan la realidad, pero la editan según el interés a defender; manchada por el dorado del oro, por el negro del petróleo, por el olor del dinero.
Siempre el poder ha tenido guardianes funcionales. Hoy la TV peruana no sabe ofrecer más que escarbar en las desgracias familiares y hacer de eso un show, siendo la guardiana de una bolsa enorme que algunos no quieren repartir. Y es obvio, porque cientos de millones de soles se van en parte al año, en pagar a los fantoches que noche a noche se nos presentan con una cara dura de antología. Felizmente, nada está perdido, porque cada vez es mayor la llegada de los medios alternativos, por lo que ya es hora de empezar a protegerlos de la censura. 
Alexandro Saco
Fuente: La Primera

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